La comunicación es la base para mantener una buena
relación de pareja así como la confianza y el compartir experiencias, deseos,
pensamientos… A pesar de ello, a veces nos encontramos con situaciones en las
que nos debatimos en la indecisión de compartir algo con nuestra pareja o
callárnoslo. ¿Es mejor contarlo todo aunque corramos el riesgo de herir a
nuestra pareja? O por el contrario, ¿es mejor ocultar ciertas cosas aunque con
ello sintamos que faltamos a la sinceridad?
Planteadas estas cuestiones, la duda es inevitable y
la posibilidad de equivocarnos demasiado alta. Sin embargo, si pudiéramos
decidir qué hacer con madurez y objetividad la decisión sería muy clara,
siempre teniendo en cuenta la personalidad de nuestra pareja.
Como decíamos, la comunicación dentro de la pareja es
básica e imprescindible, además, esta comunicación ha de ser transparente y
sincera pues si dentro de la pareja se ocultan y evitan problemas, discusiones
o sentimientos, la relación antes o después se verá resentida
Aunque la sinceridad no siempre evita el conflicto ni
facilita la comunicación y ahí, es donde debemos hacer uso de la madurez y objetividad
para decidir si es mejor contarlo o no. Y es que el exceso de sinceridad puede ser
contraproducente y, en esos momentos, el silencio se convierte en el mejor
recurso a usar dentro de la comunicación.
Muchas son las situaciones en las que podemos
encontrarnos con la duda de contar algo o no y los ejemplos son innumerables.
Por ello, quisiera partir como ejemplo de algo muy básico que suele pasar
desapercibido, y es que cuando nos enfadamos con nuestra pareja suele poseernos
ese arranque de sinceridad apoyado en sus defectos o esos aspectos que nos molestan. Si cogiéramos
aire y nos acordáramos de ser maduros y objetivos, nos daríamos cuenta de
cuánto daño podemos hacer y qué ineficaz es decirle a nuestra pareja lo
aparente que es frente a los demás y lo calzonazos que es en realidad; o lo
vago e inútil que es, o que te gustaría que fuera tan apasionado como tu ex…, por poner algunos ejemplos. Tal vez ese arranque de enfado te sirva para
desahogarte o para sentir que tienes motivos para enfadarte pero, realmente, lo
único que se consigue es extender el enfado y abrir heridas que luego habrá que
curar.
Por ello, valora si es necesario ser sincero, no
siempre es la mejor opción. Y es que como
dice Ernest Hemingway “se necesitan dos años para aprender a hablar y sesenta
para aprender a callar”.
Mª Isabel Naranjo Castro
Psicóloga Agencia Matrimonial Cyclo
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